Pasamos por muchas calles, avenidas y callejones en nuestro día a día. Pero existe una leyenda de un vampiro peculiar el cual se adentra en la vida, piel y aroma de hermosas mujeres que portan prendas provocativas...

Déjenme contarles un poco de esta historia. Esta es la historia de Eva, una chica latina muy hermosa de 27 años, de piel morena y ojos grandes. Con un cuerpo voluptuoso, caderas de infarto, pechos de buen tamaño y firmes. Y sobre todo unas piernas que podían detener el tiempo y espacio. Eva tenía una vida normal como cualquiera otra persona, tenía un trabajo de lunes a viernes, vivía sola en un pequeño departamento, y los fines de semana los dedicaba al ocio puro. Todo era normalidad y singularidad pero todo cambiaría un viernes. Un día que le haría abrir dimensiones a lo desconocido y conocer su identidad oculta. Ese viernes, Eva se levantó a las 7 am, tomo su café por la mañana, comió su sandwich, y se tomó un baño. Al momento de salir de la ducha, vio una caja de madera en su cama. Ella sorprendida y espantada revisó la puerta de su departamento, y vio que estaba con cerradura, tal y como la dejo en la noche del día anterior justo antes de irse a dormir. Regreso a su cuarto y aun con el temor y la duda, se dispuso en abrir la misteriosa caja. Al abrirla se quedó sorprendida, ya que era un conjunto de lencería color rojo, al verlo, ella quedó plasmada y con la mirada fija en ese conjunto empezó a imaginarse como se veria con el, y sin pensarlo más, decidido quitarse su bata y dejó al aire esos hermosos senos, piernas y trasero qué podrían destruir un planeta debido a la tentación qué lograban provocar. Tomo el brasier, y de manera cuidadosa y seductora, se lo puso en sus senos, ella giro un poco para verse en su espejo de su habitación, al mirarse su libido subió a niveles nunca antes visto, sintió un hermoso placer qué sólo se comparaba al orgasmo de una diosa del antiguo mundo. Empezó a tocar sus senos pasando sus manos al rededor de ellos y apretandolos de manera tersa. Y metiendo sus dedos entre el brasier pars estimular sus ricos pezones qué estaban tan duros y grandes. Era algo que no podía detener. Prosigio poniendose la tanga, y mientras la subía una vez atorada en sus piernas. Sintió la tentación de irse tocando su vagina, lamia sus dedos como si de un lubricante natural se tratará, y los introducía en su clitoris mientras disfruta de ese delicioso placer. Fantaseando y gimiendo mientras recorría ese hermoso tesoro qué tenía entre las piernas. Se dejaba llevar por esa tentación qué ella misma esta creando. Pero de repente escuchó que alguien tocaba su puerta. Por lo que tuvo que detenerse, y ver quien podría ser...