Era un martes por la tarde, uno de esos días que se siente demasiado tranquilo, hasta que el drama llega sin invitación. Estaba en la ventana, regando las plantas, cuando note que mi vecino, el señor P, miraba nervioso hacia ambos lados de la calle. Como si estuviera esperando a que el universo le diera el visto bueno, abrió la puerta de su casa sigilosamente. Al principio no pensé mucho, hasta que vi aparecer a una mujer que claramente no era la señora P.

La mujer, con un vestido rojo que hacía juego con su actitud despreocupada, caminó hacia la puerta como si estuviera en una alfombra roja, mientras el señor P intentaba que no hiciera ruido. Yo, sin poder evitarlo, me convertí en espectadora de una trama que parecía escrita para un culebrón. El vecino cerró la puerta tras ella, y en mi cabeza ya se escuchaba el "¡Chan chan chaaaaan!" de una escena de suspenso.

La ironía era que todo eso ocurría mientras la señora P estaba en el trabajo, probablemente pensando que el único problema de su día sería lidiar con su jefe. Entre la emoción y el asombro, casi dejo caer la regadera sobre la planta, imaginando el lío en el que se estaba metiendo el señor P.

Me queda en la ventana para ver que ocurría, cuando de repente llevo un taxi a la casa del señor P, para mi sorpresa del vehículo descendía la señora del señor P, Cuando el señor escuchó la voz de su esposa se asomó por el balcón, muy angustiado por la situación, buscaba donde esconder a su amante, en el lado del balcón hay un árbol por el cual hizo que su amante bajara antes de que su esposa llegara al segundo piso, ella llego y lo saludo, le pregunto que porque estaba tan nervioso, el la abrazo y le dijo mi amor problemas en la oficina, vine a la casa por unos documentos, pero como hace calor me iba a dar un baño. Ese día el vecino se salvo de que su esposa lo encontrara con su amante, la amante bajo medio, vestida y descalza, permaneció un rato debajo del árbol, hasta que se sintió segura de salir. Ese día ella se marchó sin un escándalo.