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Inició como masaje terapéutico y terminó como una de las experiencias más sensuales que hemos tenido como pareja
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Elsexoymimusa is in Delaware
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Era el día de las madres y yo quería festejar a mi esposa con una sorpresa totalmente inesperada. Era su primer día de las madres y coincidía con que era la primera vez que podíamos viajar nuevamente solos como pareja. Decidimos ir a Miami.

Era el tercer dia y lo habíamos pasado genial. Sin embargo yo sentía que le hacía falta un poco de emoción al viaje. Fue entonces cuando decidí darle su regalo. Uno que no esperaba.

Ese día no salimos del hotel. Nos dedicamos a beber y tomar el sol en la alberca. Nos dio la tarde y regresamos a la habitación algo cansados y habiéndonos bebido una botella de champagne. Ella entró a la ducha y a mí se me ocurrió que sería un gran detalle que saliendo de la regadera ella se encontrara con una cama para masaje y un masajista listo para darle una sesión relajante. El masajista llegó y yo junto con él nos dimos a la tarea de convertir el cuarto en un spa. El masajista me preguntó que tipo de masaje quería darle a mi esposa y yo le contesté que terapéutico, me comentó que si no había problema con que le quitara complétamente la ropa. A lo que respondí que el tenía permiso de hacer todo lo que a ella le diera placer y relajación.

Finalmente salió ella de la regadera y al ver la cama de masaje y al masajista (bastante guapo por cierto) ella con una sonrisa me dijo: “Esto es para mí”. A lo que yo respondí. “Ponte cómoda y déjate llevar”.

El la tomó de la mano y le pidió que se quitara la toalla. Ella con un poco de pudor le dijo que antes tenía que ponerse algo que le cubriera sus partes íntimas. Fue al baño y se las puso. Salió topless y se recostó boca abajo en la cama. El masajista no utilizó una sábana como normalmente lo hacen para cubrirla. Su cuerpo yacía hermoso y desnudo, solamente cubierto por una diminuta tanga.

El masaje inició. Puse algo de música de fondo. Las luces tenues y me senté en el sillón para deleitarme viendo el cuerpo de mi mujer mientras las manos de un hombre lo recorrían por completo.

Hasta ese momento el masaje tenía ciertos tintes sensuales pero las manos del masajista solo habían tocado sus hombros, su espalda y sus piernas.

Al ver que se acababa el tiempo le hize una señal para que le diera masaje en las nalgas. A lo que el masajista gustoso accedió. La reacción de mi esposa fue inmediata. Su respiración se hacía cada vez más acelerada. Era evidente que el efecto relajante ahora se estaba convirtiendo en un placer que cada vez se hacía más sensual.

Me acerqué a decirle al oído que tenía mi anuencia para removerle su tanga. Era notorio que el masajista también estaba disfrutando lo que sucedía. Volteo a verme y me hizo la señal de “correcto”. El a su vez se acercó a su oído y en susurro le preguntó: “¿te puedo quitar la tanga para poderte dar un masaje más profundo?” A lo que ella respondió con un simple. “Si”.

Siguiendo con la inercia del masaje en las nalgas, el masajista tomó de los extremos de la cadera la tanga y la fue recorriendo poco a poco hasta dejarla en sus rodillas. Ella de manera instintiva levantó la cadera como invitándolo a que la tocara. El se puso aceite en las dos manos, las frotó para generar calor, puso una mano en su espalda baja y la otra se fue directo a su vagina. Mi mujer respondió con su primer gemido. El la acariciaba con un movimiento rotatorio, muy pronto sus caderas se incorporaron a ese mismo ritmo. Ella entonces levantó un poco más las nalgas y el decidió meterle primero uno y luego un segundo dedo. Faltaban apenas 5 minutos para que terminara la sesión y mi esposa ya estaba escurriendo agua que salía de su panocha y se depositaba en la toalla sobre la que estaba recostada. Su cuerpo parecía que estaba encendido de placer. El la volteó para ponerla boca arriba. Se puso exactamente detrás de su cabeza y ahora le masajeó lo senos. Mi esposa disfrutaba eso mientras abría las piernas como invitándolo para que hiciera con ella lo que quisiera.

Sonó la alarma y el tiempo se acabó. Fue entonces que le pregunté: “quiere una hora más?”. Ella respondió traviesa: “No estaría nada mal”. El masajista la volvió a recostar y le dijo: “Te parece si me quito la ropa para estar más cómodo?”…

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1 month ago