Era apenas el segundo día de nuestra estadía en Florencia. Teníamos muchas ganas de ir a un bar y tomarnos unos tragos. Fuimos a uno en donde nos dijo una mesera que era un bar de locales. No tan turístico. Al entrar vimos que en efecto eran mayormente italianos los comensales. Eso nos gustó. Nos hizo sentir locales también. Comenzamos a tomar y por aquello de la media noche entra al lugar un chico que debo reconocer era muy bien parecido. Mi esposa lo vio y exclamó: “Mira nomás? Ese parece modelo” a lo que yo le dije: “Haber, trata de conquistarlo”. Ella me volteó a ver con mirada de incrédula. Como si ella fuera poca cosa para él.

Paso el tiempo y los tragos se fueron acumulando. Bailamos, reímos, nos besamos. Lo normal para unos lunamieleros. El chico seguía en el lugar. Pude detectar que le llamaba la atención mi esposa porque no le quitaba la mirada de encima. Ella para ese entonces ya se había olvidado por completo del reto que le había propuesto. Pero yo, que siempre busco la oportunidad, vi que si se alineaban bien las cosas ahí podía haber fuego.

La noche continuó, consideramos que de tragos ya no dábamos más y pedimos la cuenta. “En lo que pago por que no sales a ver si hay algún taxi” le dije. Ella obedeció. Como suele hacer. La cuenta tardó un poco más en llegar hasta que al final la pude saldar. Al salir cuál fue mi sorpresa que me los encuentro platicando de lo lindo. El “modelo” italiano y la recién casada mexicana. Me acerqué y ella me presentó como su esposo. El chico muy educado me saludo y a ambos nos dio la bienvenida a Italia. Platicamos por unos minutos y yo sentía que la tensión aumentaba pero nadie movía un dedo. Así que decidí actuar. Ella llevaba un vestido de tela ligera. Su cuerpo se veía divino bajo la luz de los candiles de Florencia. En un momento de inspiración la tomé suavemente de los hombros y le di la vuelta para que nos diera la espalda. Le dije al chico: “No te parece que mi esposa tiene unas nalgas hermosas?”. El se sorprendió y ella soltó una carcajada mas de nervios que otra cosa. Después de unos segundos que parecieron eternos él contestó: “Si, seguro tiene unas nalgas hermosas”. Yo rematé: “tocaselas”. Al momento que dije eso la tomé ligeramente de la espalda para que se inclinara hacia enfrente y eso provocara que su culo se parara aún más. El chico sin basilar le agarró las nalgas por debajo de la falda. Ella estaba igualmente excitada que en shock por lo que estaba sucediendo. El chico entonces volteó a verme y me dijo: “Traigo auto, quieres que los lleve a su hotel?”….

….continuara