Apenas iba a dar el primer paso hacia el baño cuando sentí que me metió un buen pellizco y la verdad es que me gustó. A lo mejor estaba yo muy sensible por la excitación. Me metí al baño y me pareció algo curiosa la forma en que una pequeña estructura en forma como de "J" dividía el WC del lavabo y la regadera estaba al fondo.

Aunque pensé que ella ya se había refrescado, estaba ya perfumada, por lo menos, dejé la puerta entreabierta como una invitación, como una provocación, para ver qué hacía ella. No me esperé a que empezara a salir agua caliente, suficientemente alta estaba la temperatura en el ambiente y en nuestros ánimos como para eso.

Escuché entonces que se abría la puerta. "¿Se puede?", escuché la sensual voz de mi amiga. "¡Claro, pase usted, conta!", le respondí. Se acercó a mí y me abrazó, apoyó su cabeza en mi pechó y mis manos no podían estar quietas, no dejaban un solo centímetro de piel sin explorar. A mí lo que me estaba volviendo loco era su gran culo. "Tu corazón late muy fuerte", me dijo. "Tú haces que se me acelere", le contesté

luego se giró un poco exponiendo su espalda y alzando un poco el trasero. "¿Quieres quitarme ésto? ¡Ya siento como que me viola!", dijo divertida. "¡Faltaba más, conta, permítame!", le contesté. A ella parecía gustarle ese jueguito, que yo le dijera "contadora", en vez de llamarle por su nombre.

Me di cuenta que la diminuta prenda tenía broches a los costados y procedí a zafarlos, se la quité y la arrojé por ahí, sin cuidado, me preocupaba más darle mis atenciones a esas redonditas y firmes nalgas, nos metimos bajo el agua y empecé a acariciar su hermoso culo suavemente, su piel era lisa y se sentía tibia. Deslicé una mano por el medio, buscando un orificio. "¿Me vas a dedear?", me preguntó. "¡Lo que quieras, conta!", le dije.

Y me agaché para besuquear esas imponentes nalgas morenas, mientras mi dedo intentaba hurgar en su agujero caliente. "¿Te lo vas a comer?", preguntó. "¡Te como entera, conta!", le respondí irguiéndome y buscando su boca para besarla. Ese día ella me dio los mejores besos de lengua en toda mi vida.

De repente se detuvo, "Espera, espera...", "¿Qué pasó?". No me has presentado a tu amigo, dijo dando un paso atrás y bajando la vista para mirar mi pene erecto. "¡Ah, bueno, a tus órdenes! Mira, tienes toda su atención". Le dio un buen apretón mientras decía "mucho gusto" y luego hizo unos suaves movimientos masturbatorios.

"Le gusta que lo saluden de beso", exclamé. "¡Ah! ¿Sí?", preguntó y respondí afirmando con la cabeza. Entonces ella se agachó un poco, le dio unos buenos lengüetazos al glande y unos besos que me hicieron ver estrellas y luego le dio unas chupaditas como si fuera una paleta. En ese momento la detuve, "Ven", le dije, se enderezó, la hice girar suave y firmemente y la puse contra la pared, le separé un poco las piernas y e hice que apoyara las manos en el azulejo, inclinándose levemente.