El jefe de venta se paró como rayo. “Contadora, el licenciado me pidió llevarla a su hotel”, dijo apresuradamente apenas bajamos del auto, como para evitar que nos acomodáramos en la oficina y él tardara más en salir.

Ella se volvió hacia mí, creí que iba a volver a subirse al auto así que me apresuré a abrirle la puerta pero ella se me acercó como para despedirse, cuando nos

abrazamos murmuró muy cerca de mi oído: “Ya sabes dónde voy a estar”. Fue electrizante, juro que una descarga bajó por mi espalda, me pasó por el culo y

llegó a mi verga, e instintivamente me erguí. Todavía cuando se estaba subiendo al auto se volteó a verme y me sonrió con picardía.

Cosas así le pasaban a mis amigos, al menos eso contaban siempre, pero a mí nunca, a lo mejor por eso no me la creía del todo. ¿Qué había querido decir? ¿Eranrealmente una invitación? Lo que más temía era llegar y que ella realmente no se lo esperara, no quería hacer semejante papelón. Pero pudo más la calentura, además ella sólo iba a estar un par de días así que una oportunidad así no la volvería a tener.

De cualquier forma necesitaba un pretexto, por si había entendido mal las cosas, se me ocurrió que una invitación a cenar era buena excusa. El único problema era que no tenía suficiente dinero en caso que realmente ella quisiera salir, por lo que de volada me fui a la casa que rentábamos a pedirle prestado a uno de los vendedores que se estaba quedando ahí.

Luego salí apresurado rumbo al hotel, pasé por el estacionamiento y subí las escaleras buscando el cuarto 207. Toqué la puerta nervioso, era de esas que

tienen una mirilla redonda y sé que ella pudo verme antes de abrir. “Pensé que no ibas a venir”, me dijo cuando finalmente abrió. Y yo me quedé unos segundos sin poder hablar, impresionado por la espectacular vista: Ella estaba usando un

ligerísimo baby doll negro y transparente, no llevaba sostén y tenía puesta una tanga.

De puros nervios me introduje rápidamente en el cuarto sin decir nada, sonriendo como tonto. Ella se quedó atrás para cerrar la puerta y todavía me dio tiempo de apreciar la magnífica vista de sus redondas y firmes nalgas bronceadas y su espalda sensual. “¡Pero cómo no!”, se me escapó decir. Ella era realmente una mujer muy bella y voluptuosa.

En eso se dio la vuelta, apagó unas luces dejando el cuarto en penumbras, dio unos pasos apresurados, tomó impulso y brincó hacia mí que la recibí con gran gusto en mis brazos. Mis manos buscaban apresuradas recorrer sus muslos firmes y sus increíbles nalgas mientras nos besábamos. Yo sentí que estaba perdiendo el balance, tuve que dar unos pasos hacia atrás para equilibrarme hasta que tropecé con la cama y caí sentado. Ya en ésta situación me dejé caer de espaldas y ella cayó sobre mí.

Ella se incorporó un poco, sus generosos pechos casi se salían de su delicada prisión y no pude resistir la tentación de liberarlas sintiendo de pronto una gran urgencia por tocar esas grandes y firmes tetas que tanto se me antojaba saborear. Impaciente tomé la ligera prenda por el medio y la rasgué con firmeza,

ella sólo sonrió complacida mientras exclamaba sorprendida, ”¡Aaaaahhhh!”.

En ese momento, sintiendo la tibieza y suavidad de sus pechos en mis manos me vino a la mente una idea: ¡Ella había planeado todo esto! Vio una oportunidad y su imaginación voló y voló y luego con la astucia de un depredador, forzó las coincidencias para que se sucedieran una tras otra, alineando los sucesos en el orden correcto para que ella y yo termináramos esa noche en esa cama. Y todo le estaba saliendo muy bien.