Me dieron ganas de darle unos besitos más, ahí abajo y lo hice. Entonces le pregunté: "¿Podemos intentarlo por detrás?". "¡Claro!", respondió animosa. Y de inmediato se volteó para quedar boca abajo y encogió las piernas, elevando su redondo y gran trasero. Le di unas palmaditas y no pude evitar darle unos besitos. Acaricié esas suaves y blancas nalgotas y le pedí que se agachara un poco más para ver si así sus glúteos se separaban un poco más. Y lo hicieron, pero muy poco. Usé entonces mis manos para facilitar mi entrada. Ya entonces noté que ella respingó un poco y cuando confirmó que empecé a intentar penetrarla por el culo me preguntó: "¡Oye, ¿por ahí..?". Yo me alejé un poco y ella se tendió en la cama y se volteó. Me acosté encima de ella. "Pensé que habías dicho que...", le quise decir, "Bueno, la verdad es que yo entendí 'DESDE atrás', no 'POR atrás' ", se rió."¡Ah! Pero está bien, si tú...", empecé a decir. "Es que yo nunca lo he hecho... por ahí...", me explicó."Pero después de lo que acabas de hacer... ", continuó. "Te quiero dar ese regalo", me dijo. Y nos besamos apasionadamente, enardecidos, ardiendo de deseo y lujuria. Volvió a colocarse y a alzar el culo. Tomé posición y como me pareció que hacía falta lubricación le dí unas lamidas cargadas de saliva. Procedí a apuntar primero y luego empujé con determinación. Gracias a esos besos cargados de pasión y a lo que me había dicho mi erección se reforzó, estaba durísimo de verdad. Como ella era virgen por ahí yo estaba preocupado por no lastimarla, porque no sintiera dolor.

Recordé entonces un consejo que me había dado antes una experta, según el cual era menos doloroso y más placentero en esos casos penetrar un poco, retirarse y volver a embestir más profundamente pero sin rudeza.Y así procedí. Apenas estaba logrando pasar el esfínter anal, ella pujaba y gemía y me parecía que hacía un esfuerzo por aguantar la cogida. Entonces empecé a salirme. Y apenas haber salido acometi con una estocada más profunda, que logré traspasar el anillo musculoso de un solo golpe. Era una sensación deliciosa la presión en mi verga, pero por encima de lo físico lo más intensamente placentero para mí del sexo anal es la sensación de realmente poseerla, de sentirme su dueño, su amo y señor. Y a ella parecía que aunque le incomodaba le producía un tipo de placer desconocido. Pujaba, gemía y su respiración era breve y rápida, entrecortada.

Ambos estábamos bañados en sudor, esa ciudad del sureste del país tiene un clima húmedo y caluroso que prácticamente sólo se disfruta en momentos como ese, al menos eso me parece. Yo la tenía aferrada por la cadera, me afianzaba así para coger impulso y hacer lo propio con ella. No sé cuánto tiempo estuvimos así pero fue increíblemente placentero. Finalmente me retiré lentamente, ella se acostó boca abajo y yo junto a ella, acariciándole el trasero y dándole palmaditas.

"¡Ay... ay...", era todo lo que decía. "¿Te dolió?", le pregunté. "Un poco... pero me gustó... fue intenso". me dijo.

"¿Acabaste", quiso saber. Y le dije que no. Entonces se volteó, volvimos a besarnos y se acomodó para masturbarme, con su torso casi sobre el mío y las piernas a un lado. Hizo que abriera las piernas y me agarró los huevos, jalándolos un poco. Con la otra mano tomó firmemente mi pene y lo empezó a sacudir de arriba a abajo con energía, casi rabiosamente. Me estaba conduciendo al orgasmo dejándose guiar por mis jadeos, por la contracción de mis músculos y por mis expresiones. Yo acariciaba su espalda y sus nalgas y ella volvía la cabeza para verme, "Me gusta ver cómo lo disfrutas", me dijo.

"¡Gózalo, gózalo", me decía y al cabo de poco tiempo, logró hacerme explotar. Ella suspiró de alivio, como si hubiese sido su propia eyaculación. "¡Salpicó por todos lados!", dijo mientras reía y buscaba algo con qué limpiar. Luego nos acostamos abrazados y nos besamos. Ambos estábamos cansados, habíamos madrugado para ir a trabajar y gastado mucha energía. Ella se quedó dormida primero, como hacía tanto calor me separé un poco y entonces ella se acomodó dándome la espalda: De verdad que tenía una estupenda figura de amplias y firmes curvas.

No pude evitar hacerle algunas caricias y darle unos besitos, ella de tan dormida que estaba apenas y reaccionó. Finalmente también me quedé dormido. El café tuvo que esperar a ser recalentado como a las ocho y media. No estuvo mal considerando que del trabajo salimos a las tres y a su casa llegamos como tres y media.