Yo todavía tenía energía, mi pene hinchado, y brilloso por la humedad seguía orgullosamente erecto, pulsante. Ella estaba encantada.

"¡Mi amor, qué bárbaro!", me dijo y lo volvió a agarrar para sacudirlo. Al comprobar su firmeza me preguntó: "¿Quieres sacarlo..?", "¡Sí, claro!", le respondí. La verdad es que de primera no nos acomodamos bien, aunque yo siempre supuse que ésta posición es más fácil que la previa que habíamos usado. Tal vez yo no me había colocado en forma óptima pero el caso es que sostuve mi miembro correspondiendo al favor que antes ella me había hecho y ella se lo fue metiendo.

No se detuvo hasta que entró todo y quedó sentada encima de mí, en ese primer momento sentí que con su culote me aplastaba los huevos, por eso digo que no nos acomodamos bien. Ella quizo empezar a darse unos sentones pero la detuve, la tomé gentilmente por la cadera y la empuje hacia arriba sin salirme, sacudí un poco la cadera, separé un poco más las piernas, luego le pedí que volviera a sentarse encima de mí. Ésta vez iba mejor. Se dio un par de sentones y luego cambió la dinámica, empezó a frotarse haciendo que mi pene se sacudiera dentro de ella.

Fue una sensación increíble, se sentía casi como si ella me la estuviera jalando, se movía de atrás para adelante y parecía que a ella también le estaba resultando placentero. En algunos momentos yo elevaba mi cadera y parecía como si ella fuera una vaquera montando un potro salvaje, intentando domarlo. Ella tenía las manos apoyada en mi hombros, el bamboleo de sus tetas frente a mí resultaba hipnotizante y no pude resistir atraparlas para estrujarlas suavemente, besarlas y lamerlas. Ella pareció encontrar un ritmo, yo entonces empecé a acariciar sus piernas, su abdomen y sus nalgas. Luego, cuando ella parecía encaminada a otro orgasmo dejé una mano en su culo y con la otra me ocupaba de sus tetas.

Sus piernas se sacudieron un poco, al parecer le temblaban, se acostó encima de mí y enseguida estiró las piernas y se acostó a un lado mío. Creo que estaba teniendo un orgasmo pero como empezó a sentir que le daban calambres y un poco de dolor en las rodillas mejor se detuvo y no lo disfrutó tanto como previamente. Fue un caso de esos orgasmos de "sí pero no tanto", de "apenitas", un orgasmo no pleno sino apenas logrado, en síntesis, que pudo haber estado mejor.