¡Qué tontería! ¿No? ¿Cuál es la gracia entonces?

Pues resulta que llevo unos meses que retomé el ejercicio regular y he empezado a sentir que he bajado de peso y he notado que la ropa empieza a quedarme más holgada.

De manera que fui con mi novia a unas tiendas de ropa. Buscaba un pantalón para el trabajo, tipo "cargo", de esos que tienen varias bolsas.

Encontré uno, color verde olivo, de tela gruesa y una talla menos de la que he estado usando. Lo vi prometedor y pasé a probármelo porque sentí que sí me podría quedar.

Me dio mucho gusto comprobar que, en efecto, me cerró sin problema aunque no lo sentí del todo cómodo. Me miré al espejo y no quedé plenamente convencido. Decidí entonces salir y pedirle a mi novia su opinión. Ella sonrió divertida, alzó una ceja y me dijo: "Te favorece".

La verdad es que desconfié de su risita y decidí no comprarlo.

Luego, ya saliendo, no quise quedarme con la duda y le pregunté por qué se había sonreído y dicho que "me favorecía".

"Porque te ajusta muy bien, te hace ver nalgón y resalta tu 'paquete' " - me dijo. Y la verdad me dio un poco de vergüenza y me alegré de no haberlo comprado.