Hace unos años viví en una ciudad del norte del país, por cuestiones de trabajo. Mientras conseguíamos acomodo entre varios compañeros rentamos una casa, de todos el único que vivía toda la semana ahí era yo. Esos tipos se iban a trabajar toda la semana y regresaban el fin. Todos eran una bola de revoltosos y la casa era una fiesta esos días. Era típico que salíamos a algún antro y la norma era irnos todos juntos pero cada quien regresaba por su lado, si regresaba. Todos eran casados, menos yo, lo cual realmente no les importaba, casi cada fin de semana era de ligue para ellos, a veces conseguían alguna noviecita que les duraba un par de semanas y luego continuaban igual.

Eran casi todos tipos bien parecidos y encima bien pronto nos dimos cuenta de la abundancia de mujeres separadas, madres solteras y demás que andaban en el ambiente nocturno sin importarles casi nada.

Además supongo que nos percibían un poco "exóticos", generalmente al lugar al que fuéramos nos llamaban "chilangos", no recuerdo cuántas veces quise explicar que en realidad éramos del sur-sureste, y no había ahí nadie del DF ni siquiera del EDOMEX, quizá un compañero de Puebla pero el resto éramos de donde ya dije.

Pero nunca tuve éxito y tampoco es que les importara en realidad, "nos daban carrilla", como ellos decían y pronto noté que era como una prueba, sólo querían ver si aguantábamos vara porque mientras más explicara nuestro origen más insistían en llamarnos "chilangos", así que después sólo lo mencionaba una vez y ya luego dejaba de intentarlo.

Era típico que estos tipos casi en cada salida conseguían ligue y se desaparecían, cada quien se iba por su lado y sin despedirse, a veces incluso ni siquiera dejaban su cooperación para pagar la cuenta y como el único menso era yo, más de una vez me toco pagar más de la mitad del consumo aún sin haber bebido ni una copa ya que soy abstemio. En fin, que esos amigos tenían bastante éxito con las damas, usualmente estando entre ellos yo casi no tenía oportunidad puesto que no soy bien parecido, la verdad, y sentía que ni siquiera valía la pena intentarlo, la alta posibilidad del rechazo me desanimaba, usualmente era el único que regresaba solo a casa.

Sólo una vez me animé. Me topé de frente aunque a varios metros de distancia con una chica que parecía sentirse tan fuera de lugar como yo, fue casi una experiencia mística porque de pronto entre la gente que abarrotaba el lugar se abrió un pasillo de varios metros, en un extremo estaba ella y en el otro yo. Mi primer impulso fue dedicarle una sonrisa y para mi sorpresa ella me correspondió. De pronto gané aplomo y con arrojo me decidí a aproximarme ya que sus amigas parecían haberse ido a bailar.

Llegué hasta ella, saludé y pregunté si deseaba bailar, para mi sorpresa aceptó y nos pasamos a la pista. Yo en realidad no bailo pero en la semioscuridad, con tanta gente alrededor creo que ni se notó. bailamos un poco y luego me pidió que fuéramos a su mesa. Le invité una copa pero declinó diciendo que ya había bebido suficiente. La noté un poco incómoda y me animé a preguntarle si le apetecía ir a un lugar más tranquilo y para mi sorpresa me dijo que sí. Sacó algo de dinero y me pidió que esperara mientras iba a dárselo a su amiga. No tardó mucho y salimos juntos a la calle.