Soy extranjero y llevo viviendo en México más de seis años, desde antes de la pandemia. Hablo español perfectamente y me encanta la vida en esta ciudad. Así que, cuando unos amigos de mi país vinieron a visitarme, quise asegurarme de que tuvieran un viaje chingón. Y lo tuvieron: exploramos la ciudad, comimos tacos, y todo andaba de lujo.

En su última noche, fuimos a ver la Lucha Libre en la Arena México, y la pasamos increíble. Ya salimos de ahí bien pedos y cruzamos al lugar que está enfrente, como un food hall lleno de bares. Ahí empezó lo bueno… bueno, lo malo.

Uno de mis amigos, que ya estaba más pedo que nosotros, empezó con que quería conseguir coca. Yo le dije que se calmara, que no se pusiera loco, y que habíamos pasado todo el viaje sin drogas, así que, para qué arruinar la última noche? Pero el güey estaba necio. En lugar de dejarlo así, le preguntó al mesero directo. Yo, ya enojado, le advertí que aquí en México hay que tener cuidado, no sabes si lo que te van a vender es veneno o qué pedo. Pero no me hizo caso, y pues obvio, consiguió una bolsita.

Honestamente, ni siquiera creo que fuera cocaína, estoy casi seguro de que era speed o algo peor.

Ya cuando nos íbamos, tipo 12:30 am, mi amigo, muy valiente, decidió darse un pase ahí mismo en la calle. Yo, siendo honesto, me dejé llevar y le di un jalón también. Qué pendejada. Literal dos segundos después, verga! Llegó la ley. Y no eran cualquier policías, eran de esos que parecen más ratas que otra cosa.

Nos agarraron a mí y a mi amigo, nos quitaron los celulares y las identificaciones, nos revisaron por si traíamos más droga, y luego nos subieron a su patrulla. Dejaron a mis otros tres amigos en la calle sin información sobre dónde nos iban a llevar ni nada. Ahí nos llevaron en la patrulla y empezó la amenaza: “Esto se va a poner feo para ustedes si no cooperan.” Mi español fluido nos ayudó un chingo porque mi amigo no entendía ni madres, pero ni yo sabía si eran policías reales o unos gandallas buscando sacar dinero. Tenían uniforme y patrulla, pero quién sabe.

Ahí empezó el regateo. Primero les ofrecí 5,000 pesos, pero se rieron y dijeron que ni de broma, que era demasiado poco. Querían llevarnos al MP y hablaban de multas altísimas. Mi amigo estaba blanco del susto, además, tenía su vuelo a las 12 pm ese mismo día. Yo, pensando rápido, recordé que el límite de los cajeros era de 9,900 pesos, así que fijé ese monto como tope. Después de varios estira y afloja, aceptaron.

Nos llevaron a un cajero en la colonia Buenos Aires. Ese fue el momento más tenso de la noche. Llegué al cajero, y me dice que mi límite diario era 11,000 pesos, pero saqué los 9,900 que les había dicho y ya. Después de darles el dinero, lo más surrealista pasó: nos regresaron la droga como si nada. Bien cínicos, uno me dijo: "toma, flaco". Fue de locos. Les pedí si nos podrían llevar más cerca de la Condesa, donde nos estábamos quedando, y al final nos dejaron en la Roma Norte. Todo el pedo desde que nos agarraron hasta que nos dejaron duró como 45 minutos.

Cuando llegamos al depa, mi amigo me transfirió todo el dinero de inmediato. No paraba de disculparse, aceptando que todo había sido su culpa.

Aunque estábamos libres, la experiencia nos dejó bien marcados y con un mal sabor de boca después de un viaje que había sido exitoso hasta ese momento.

Hay una lección muy clara aquí: la Ciudad de México es un lugar chingón, pero no es un juego. Si vienes, respeta las reglas, evita riesgos innecesarios, y sobre todo, no seas tan confiado. También, el dinero va y viene. Mejor no arriesgar la vida en ese tipo de situación. Una pequeña decisión puede arruinarte la noche… o algo mucho peor.

EDIT:
Entiendo que mi historia generó reacciones fuertes, y después de leer los comentarios, quiero responder a algunos puntos.

1. Reconozco que la cagamos esa noche. Fue irresponsable consumir drogas en la calle. Pero eso no quita que lo que pasó fue extorsión. Los "policías" usaron su posición para intimidarnos, amenazarnos y sacarnos dinero. Sí, cometimos errores, pero ellos aprovecharon la situación para sacar ventaja. En ese momento, pagar fue nuestra única salida, y aunque tuvimos suerte, no deja de ser una experiencia que te deja marcado.
2. Sobre ser extranjero. Vi varios comentarios señalando mi nacionalidad como el problema. Entiendo que ser extranjero puede generar opiniones divididas, pero lo que pasó esa noche no tiene nada que ver con eso y todo que ver con haber tomado malas decisiones. Admito mis errores, pero creo que culparme por problemas más grandes como la corrupción o la gentrificación es simplificar demasiado.
3. Es una advertencia. Mi intención al compartir esto no es quejarme ni justificarme. Solo espero que esta experiencia sirva para que otros no sean tan pendejos como uno. Porque una mala decisión puede complicarte la vida más de lo que imaginas.

Agradezco los comentarios, incluso los más duros. Al final, lo que pasó fue una cadena de errores que no planeo repetir, pero que me dejó claro lo importante que es pensar dos veces antes de actuar.