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Hoy quiero contarles la segunda parte de cómo me convertí en una adicta al semen. Pero si no has leído la primera parte, te recomiendo totalmente leerla. Así podrás entender y disfrutar mucho mejor lo que voy a contarte ahora.
Ahora voy a contarles la segunda parte de mi historia. Como ya les conté, yo cada vez era más adicta al semen de mi novio.
Cuando se venía en el condón después me lo tomaba. O a veces le pedía que se viniera en la fruta para después comérmela. Todo era una locura, pero no era solamente yo.
Al final a mi novio también le gustaba dármelo. De hecho, le gustaba tanto que un día en la cama me dijo algo que no esperaba. Me dijo que yo era una adicta al semen, pero que él era un adicto a mirarme y ver cómo me lo tomaba.
Y me preguntó si me gustaría que más hombres me dieran su semen. Yo no sabía qué decirle. Lo que él me estaba proponiendo era una infidelidad.
Pero claro, con su consentimiento. Incluso sentía que quizás era una pregunta trampa. Así que al final mi primera respuesta fue decirle que no.
Que con su semen tenía más que suficiente. Y era verdad, siempre me había sentido así. Él insistió y me dijo que lo había estado pensando mucho.
Y que me daba permiso para tomar semen de otros hombres, si él estaba presente para verlo. En ese momento me di cuenta de que mi novio era tan adicto como yo. Yo volví a decirle que no, que no era necesario.
Pero ¿saben qué? A partir de entonces no podía parar de pensar en lo que me había dicho. Empecé a recordar el sabor del semen de otras personas. Y también pensaba que con la propuesta de mi novio no sólo podría tomar más semen, sino mucho más semen.
Empezaba a sentir que nunca había tomado suficiente. Empecé a desear sentirme llena. Tener que decirle a alguien que ya no podía más.
Al final, al cabo de una semana, le dije a mi novio que había cambiado de opinión. Y creo que le hizo más ilusión a él que a mí. A partir de entonces empezamos a pensar en cómo hacerlo.
No sería cualquier persona. Tenía que ser alguien de confianza. Que supiésemos que no tiene ninguna enfermedad ni ningún problema y pedirles exámenes de enfermedades de transmisión sexual recientes.
Empezamos a pensar en algunos amigos, tanto suyos como míos, y también compañeros del trabajo. Nos costó bastante organizarlo, y no voy a contar tantos detalles aburridos. Pero al final conseguimos quedar con cinco personas en mi casa.
Mi novio, dos de sus amigos, un compañero de su trabajo y otro compañero de mi trabajo. Junto con mi novio eran cinco hombres dispuestos a venirse en mi boca. Cuando llegaron les expliqué las reglas.
· Esto no iba a ser un bukakes ni una orgía.
· Ni tampoco iban a tener todo sexo conmigo.
· Esto se trataba de venirse solo en mi boca.
Todo el rato en mi boca. Si alguno no podía aguantar, les dejaría a un lado un vaso. Así que, tras explicarle todas las reglas, se quitaron la ropa y empezó el juego.
Nunca en mi vida había estado tan caliente, tenía cinco hombres para mí, y no sabía muy bien qué hacer. Algunos empezaron a jalársela, y les dije que no hacía falta, que eso podía hacerlo yo.
Pero que cuando se fueran a venir me avisaran. Entonces mi compañero de trabajo se acercó y me la metió directamente en la boca. Pensé que quería que le hiciera una mamada.
Pero lo que hizo fue empezar a venirse. Estaba tan caliente que no se pudo aguantar. En ese momento recordé que el semen de otras personas puede estar muy delicioso.
Era muy diferente el sabor al de mi novio. Cuando se vino en mi boca, yo le devolví una sonrisa. Y él se quitó para descansar.
Le pedí que cuando se recuperara, volviera para venirse de nuevo en mi boca. Aquella noche la pasé muy bien. Acabé realmente cansada.
Tuve que trabajar mucho. Hice más de 20 mamadas. Y se me cansaban los brazos de tanto jalar vergas.
Mi novio estaba súper caliente mientras me miraba. Se vino al menos como cinco veces. Y después tuve que tomarme lo que había en el vaso.
Porque me dejaron allí unas cuantas venidas de semen. Aquello no terminó hasta que ya ninguno pudo más. Yo era la mujer más feliz del mundo.
Nunca había vivido nada igual. Y cuando todos se fueron, mi novio me confesó que también se lo había pasado muy bien. Esa noche yo estaba muy caliente.
Había tomado mucho semen pero no había tenido nada de sexo. Así que mi novio tuvo que encargarse de todo. Él estaba tan cansado que su verga casi no le funcionaba.
Pero me metió los dedos, me comió la panochita, me hizo de todo. Fue una noche redonda. El problema llegó al día siguiente, cuando empecé a pensar en lo que habíamos hecho.
Me di cuenta de que no era suficiente. Si hubiese podido, hubiese tomado todavía más semen. Se lo dije a mi novio y pareció que le gustó la idea.
El nuevo objetivo era llegar a un punto donde no pudiera más. ¿Cuántas personas teníamos que conseguir? ¿Diez? ¿Veinte? No conocíamos a tantas personas de confianza. Así que al final tuvimos que recurrir a un anuncio en internet.
Esto me da mucha vergüenza confesarlo. Pero hicimos una reunión de veinte personas en un hotel. El plan era el mismo que hicimos en mi casa.
Todos tenían que venirse en mi boca o en un vaso que iba a dejar ahi. Les juro que eran veinte personas, diecinueve y mi novio veinte. Pero pasó algo que no habíamos imaginado.
Los invitados se lo habían dicho a otras personas. Sinceramente se salió algo de control esa noche. Quizá éramos treinta y cinco, cincuenta.
Esta vez todo fue mucho más alocado. Les expliqué a todos las reglas. Y parece cuento pero todos llegaron con sus laboratorios recientes donde decía que estaban limpios de enfermedades venéreas. Y esta vez hicieron fila para ir de uno en uno para venirse en mi boca.
Nunca me había sentido tan caliente. En ese momento mi novio dijo en voz alta, les recuerdo que ella es un depósito de semen. Y me puse más caliente todavía.
Me sentía como si fuera el vaso. Un lugar donde ellos echarían su semen. Lo mejor de todo era ver como muchos se salían de la fila para venirse en el vaso.
No podían aguantar la espera. Estuve allí horas. Y no terminaba nunca.
Creo que ninguno de ellos llegó a venirse dos veces en mi boca. Eso sí, el vaso lo llenaron hasta arriba. Y de hecho tuvieron que empezar a llenar otro.
Eso sí que era un sueño hecho realidad. Siempre quería haber probado un vaso recién ordeñado. Y esta vez había dos para mí.
¿Saben cómo termina esta historia? Al final conseguí mi objetivo. No pude terminarme el segundo vaso. Me sentía totalmente llena.
Fue un poco raro. Yo puse cara de que no podía más. Y los hombres que había allí empezaron a aplaudirme.
Como diciendo que había sido una auténtica campeona. Que no hacía falta. Que me tomara el segundo vaso.
Por primera vez me sentía una perdedora. Pero eso era lo que siempre había querido sentir. De todas formas, esa fue la primera vez que tome tanto semen.
Pero no fue la única. Tengo que confesar que a día de hoy sería capaz de tomarme esos dos vasos. Y bastante más.
Esto ha sido todo por ahora. Deja un like y suscríbete si te ha gustado. Muchas gracias a todos los que me estáis apoyan leyendo mis historiaso. Un saludo.
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