No podía decir que no había imaginado o fantaseado un poco con ver a mi prima desnuda, tenía un hermoso cuerpo delgado de jovencita y unas tetas que por la mañana me gustaba mirar rebotando en sus blusas delgadas sin sostén. Así que no dude ni un momento en acariciar sus pechos mojados con mis manos enjabonadas, poco duraron las caricias antes de que se me pusiera el miembro durísimo y ella me lo sacara para acariciarlo. La termine de desnudar y después me quite lo que me quedaba de ropa, ahí nos fundimos en un beso que dos segundos después se transformó en una sesión de sexo en la regadera muy salvaje, estábamos desbocados y sin control ella gemía mientras la empujaba por detrás, el eco de sus gemidos resonaba muy fuerte con el ruido de mis embestidas en contra de su culo, el aire se llenó de vapor y por un momento podría jurar que no podía ver nada. Tal vez se me nubló la visión de tanta calentura junta. No aguante mas, ella me pedía que le llenara de leche pero preferí sacarla, bañándole la espalda, aunque rápidamente el agua caliente borró las huellas de lo que ahi pasó. Nos besamos un poco más y salimos. Directo a la cama, nos secamos un poco y sin decir nada nos acostamos a dormir, juntos y de cucharita. Nunca había estado tan satisfecho en el sexo como esa noche. A la mañana siguiente la realidad nos alcanzó y ella tuvo un pequeño ataque de pánico por lo que hicimos anoche y me mandó comprarle una pastilla del día siguiente. Hablamos un poco y decidimos dejar esas ideas en el pasado. Fue la única vez que tuvimos relaciones y aunque un par de veces estuvimos a punto de repetir mi prima ya no quiso seguir siendo mi follaamiga, al mes siguiente se levantó el viaje entre provincias y regresamos a nuestra ciudad, vinieron las classes en línea y ya no volvimos a ser roomies en otros ciclos escolares ni tampoco volvimos a hablar. Fue muy delicioso y la verdad siento que ambos necesitábamos ese encuentro para liberar el estrés de la pandemia.